Nadie me pregunto nunca...

 Creo que nadie me pregunto nunca sobre por qué escribo, no suelo decir abiertamente que escribo, pero tampoco recuerdo que alguna vez, alguien que sepa que lo hago, me lo haya preguntado. En realidad creo que nadie hace realmente este tipo de preguntas, o al menos nadie las expresa de esa manera; lo curioso es que lo considero la mejor forma de explicar algo: focalizar lo que se dice como respuesta a una pregunta.
  Así que… ¿Por qué escribo?
 Si le cuento a alguien que escribo quizás piense que lo hago “simplemente” porque me gusta, pero para ser sincero, la respuesta es un poco distinta. Después de todos estos años viviendo conmigo puedo decir que, principalmente, escribo porque no puedo evitarlo, es mas fuerte que yo, es gracioso pero eso también explica porque puedo hacerlo tan mal, no escribo por ser talentoso, escribo porque el deseo, o la necesidad de hacerlo termina siendo más fuerte que yo.
 Sobre esto ultimo, hablando en serio, en algún momento tuve que resolver ese conflicto: la pulsión crónica por escribir y la repulsión constante por el resultado de lo que escribía. En algún momento entendí que soy así, que no puedo evitar tener historias en mi cabeza, pero que eso no significaba que sentarme y escribirlas era escribir (mucho menos que era escribir bien), como tampoco significaba que mágicamente me sentiría satisfecho con el resultado. Ahora me parece obvio, demasiado obvio incluso, pero por un tiempo no lo fue y se tradujo bastante en frustración, sobretodo cuando era muy chico, si, dije muy chico, desde que tengo memoria vivo pensando relatos.
 Tal es mi tendencia inconsciente a pensar historias que hubo una época en la que con mis amigos hacíamos el chiste de que yo escuchaba sus problemas porque me inspiraban historias, lo cual es parcialmente cierto, en algún momento realmente me di cuenta, que ese proceso mental oculto, que en mi cabeza piensa historias todo el tiempo, no dejaba de funcionar ni escuchando a un amigo contar su problema mas serio, era mas fuerte que yo, tenia que aprender a convivir con eso.
 Para ser sincero, esa pulsión por pensar historias todo el tiempo, siento que me definen mucho mas como “escritor”, que toda la basura que escribí, si, claramente un “escritor” malisimo y poco productivo, pero uno que no puede evitar serlo, creo que a veces esa es la única manera cierta de ser algo.
 Me gusta pensar que todas las personas son algo, lo quieran o no, algo que no pueden evitar ser, el problema no suele estar en eso que son, en general no hay problema con eso que somos, el problema esta, quizás, en no encontrar precisamente eso que nos define, o en no aceptarlo, o en entender que no es talento en si mismo a menos que se haga algo al respecto (yo, por ejemplo, hago muy poco y se nota), el problema es, tal vez, sentir la obligación de vivir de eso, o de satisfacer a alguien con lo que se hace, el problema puede ser el conflicto entre la pulsión de crear y la repulsión del resultado, el problema es sentirse un día el mejor y al siguiente día sentirse el peor, el problema es el miedo a la exposición de dicha obra, a la reconciliación entre la opinión propia y la de los demás, el problema puede ser querer escuchar esa opinión y al mismo tiempo no querer que nadie vea lo que uno hizo; pero en el fondo lo que uno es nunca es el problema.
 Por eso hoy por hoy para mi el problema no es lo que soy, porque si, con respecto a escribir, alguna vez tuve un problema que resolver, bueno para ser sincero tuve todos los problemas que enuncie, y algunos los sigo teniendo, ya que muchos son intrínsecos a crear y ser “artista”, pero lo que decía es que hoy ya no tengo dudas sobre esa pulsión o su naturaleza, hoy me pregunto otra cosa, me pregunto ¿qué hago con esa pulsión?
  Quizás esté toda la vida preguntándome eso, pero por ahora, en 2019, la respuesta es este blog, otro blog condenado al abandono.